Mis viajes y…

11/07/2018 Chancé – Morlaix

El descanso aquí, como en todos los sitios (después de elegir la cama más limpia). No hay nadie alrededor, de modo que silencio total. El desayuno muy normal, no estaba el consabido croissant, que en todos los sitios me han puesto y que en todos estaba buenísimo y me pongo en ruta a la misma hora de siempre.

Hoy la moto se ha portado bien. Nada que comentar.

El tiempo, hoy más fresco o mejor dicho menos caluroso, lo cual se ha agradecido bastante.

La primera ciudad que me tocaba visitar era Rennes. ciudad grande y de la que obviaré comentar. En estos casos, busco los sitios interesantes con la moto y hago la foto de rigor, aunque hubiera más cosas que ver y fuera aconsejable patearlo. Sin embargo, he andado con la moto y los sitios interesantes estaban en obras, no el edificio en sí mismo, sino las obras del metro que imposibilitaba acercarse a ellos, parar la moto y además las tomas no quedarían bien. De modo que esta vez y quizás más justificadamente, se queda esta visita como pendiente. Queda en mi memoria la visita a dos ruedas.

Salgo de la ciudad y me dirijo a Dinán. un pueblo que me ha gustado. Iglesia (como siempre) y el pueblo en sí mismo. Lo demuestra el hecho de que me lo he pateado.

Dinan. Basílica de Saint-Sauveur

Dinan. Centro histórico y la Torre del Reloj

Dinan. Centro histórico

Dinan. Castillo

Toca ahora algo de naturaleza (gracias a Dios) porque me dirijo a Plévenon donde está la punta de La Latte. Pero entre que algunos no cuentan todo, que otros no nos informamos adecuadamente y que mi religión no me permite pagar por parajes naturales, se me ha truncado la visita. Resulta que en la zona hay un castillo y obligan a pagar, no para entrar al castillo, que también, sino para pasar a la zona donde éste se haya, con lo cual, si sólo quieres ver los acantilados y el mar o pagas o no hay manera. Bueno, a lo mejor buscando otros senderos que pudieran llevar al borde del mar, pero desde el aparcamiento, no se ve ninguno y no hay tiempo para investigar. Si se tuviera que pagar por entrar al castillo lo entendería, pero pagar para pasear al borde del mar no lo admito. Es mi manera de ver las cosas.

Punta de la Latte. Castillo y… taquillas

Cuando salgo de ahí después del consabido paseo hasta las taquillas, veo un cartel para ir a un cabo que está en la misma zona. El cartel indica que hay buenas vistas. Vamos para allá me digo, a ver si al menos, me puedo asomar al borde y veo el mar, pero no. Cuando llego también hay una taquilla donde te piden dinero para entrar y aparcar con la moto. No es el dinero, que son sólo dos euros, es el mismo concepto de antes, creo que la naturaleza es de todos y creo que no hay justificación para que te cobren por ver paisajes. Si al menos, hubiera algún tipo de mantenimiento especial… La verdad, es que esta es la primera vez que me pasa. Consecuentemente, paso de pagar y continuo la etapa hasta el siguiente destino.

Así, llego a un pueblo que se llama Paimpol. Lo debía tener apuntado como referencia, pero, la verdad es que no he visto nada interesante en él. Me lo he paseado con la moto, pero… no me ha parecido nada lo suficientemente interesante como para parar.

Hago un inciso, porque en un pueblo en el camino he parado para ver una iglesia que como curiosidad, tenía el cementerio alrededor de ella. No a un lado como suele ser habitual. Esto está bien, vas a Misa y en el camino charlas con los muertos.

Bueno, ahora si, toca parada en Perros Guirec. Un pueblo curioso. La iglesia de Saint-Jacques construida en gracias por la liberación de una tormenta en el mar por un noble local, parece mucho más grande desde el exterior que desde dentro. Hay algunas magníficas estatuas y un maravilloso retablo y toda es un monumento nacional. No hay más, pero merece la pena su visita.

Perros-Guirec. Iglesia de Saint-Jacques

Perros-Guirec. Iglesia de Saint-Jacques

De aquí me llego a Ploumanach para asomarme a la costa. Es la zona del granito rosa. Hay indicaciones que dicen que hay aparcamiento al comienzo del sendero… He dado vueltas y vueltas. No lo encuentro y preguntar en francés se me hace complicado. El navegador no ayuda porque no he debido poner bien las indicaciones. Desisto después de pasar varias veces por el mismo sitio. La verdad, es que no entiendo como te complican la vida, ¡cuando hay indicaciones!, si no las hubieran puesto… Tenía que haber parado y buscado en el mapa del Tomtom o en el google maps, pero tengo un cabreo gordo por no poder encontrar el camino ¡que indican!. En fin, como tengo que volver con mi tesoro, lo apuntaré mejor para la vuelta. No donde quería, pero sí siguiendo de camino, llego a observar la costa y la panorámica es aceptable, así que ésta es la única muestra del granito rosa, a distancia, eso sí:

Ese es el Parking que buscaba y no he sabido encontrar

No es que vaya muy bien el día, aunque no me puedo quejar. No queda nada por ver. Y aunque no hay nada que merezca la pena, viajar por la costa aunque sea un rato y ver playas estupendas, aunque tan al norte seguro que el agua está bien fría, resulta de lo más relajante.

A pesar de los más de 300 kms. de la etapa, llego relativamente pronto a Morlaix, así que en lugar de ir directamente al alojamiento me doy un garbeo con la moto por la ciudad. No sólo eso, sino que la aparco en un sitio reservado para motos. Única ciudad donde he visto esto.

Esta ciudad está en un valle y se halla atravesada por un puente de piedra muuuy alto y largo que permite el paso del tren. Aquí si que se atraviesa por debajo, no como en Segovia.

Morlaix

Después del paseo me dirijo por fin al alojamiento. Está regentado por una mujer que me muestra mi habitación. Compacta y un baño en cambio bastante grande, con cabina de ducha de masaje. Me he duchado sin más porque a pesar de que como comenté al principio, había bajado algo la temperatura, las horas centrales siguen siendo calurosas y tanto sube, anda y baja de la moto, cansa y acalora. Muy bonita la ducha pero no ha habido manera de regular la temperatura. Casi me chicharro.

Este es el primer alojamiento que no está en el culo del mundo, y aunque hay dos kms. hasta la ciudad, decido que ya está bien de hacer de monje de clausura. Me visto de persona normal y me doy un paseo a ver si encuentro algo que cenar.

Bueno, no he buscado mucho, porque no quería alejarme demasiado, ya que hay una cierta distancia. Dentro de lo que había, he encontrado uno muy sencillo y me he tomado una ensalada. Algo parecido a una cesar. Al menos no es un bocata.

La ruta de mañana no es una ruta muy larga, así que iré descansado. Hay programada una visita a otra ‘punta’. Veremos si estos franceses siguen en la idea de cobrar por acercarte a la costa, porque si es así, ya me han visto pagando.

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