Por empezar como siempre, la moto se ha portado bien. También es cierto que no la he apretado nada. He ido muy de paseo.
El tiempo sigue bueno. La temperatura ha subido un poco respecto a ayer, pero ha sido llevadero.
Arrancamos y llegamos a Saint-Thégonnec. Aquí empiezan unas cuantas visitas planeadas en este viaje para visitar los llamados Recintos Parroquiales.
Un recinto parroquial es, en sentido estricto, una iglesia rodeada de un espacio (denominado placître) consagrado o no como cementerio, delimitado por un muro. Los recintos parroquiales son característicos de la arquitectura religiosa rural de la Baja Bretaña y datan en su mayoría de los siglos XVI y XVII.
Se explican por la prosperidad económica de Bretaña, ligada al comercio del lino y del cáñamo durante esta época. Su desarrollo se debe también al impulso de las ferias relacionadas con los grandes acontecimientos de la vida litúrgica, el contexto de la Contrarreforma así como a la importancia del culto a los santos locales y a los muertos, testigos del sincretismo bretón.
Hay que ver las fotos para hacerse una idea de la cantidad de piedra utilizada y la cantidad de figuras y pequeños edificios que hay alrededor de las iglesias. La ventaja de empezar pronto, es que no hay turistas y además las iglesias están abiertas desde las 9 hasta las 19. El horario perfecto para mi.
La ruta de hoy comprende varios pueblos, planificados específicamente para ver estos recintos parroquiales, a saber: Saint-Thégonec, Guimiliau, Pleyben… Principalmente porque cuadran con la ruta, aunque hay muchos más sitios que he ido descubriendo según pasaba por ellos. Aguí tenéis más información en la Wikipedia. Como son varios pueblos y fotos múltiples y variadas os dejo una galería con las fotos que más me han gustado. Hay multitud de fotos por internet, pero estas… son mis fotos (como en todo el blog claro). Que las disfrutéis:
Se hace difícil decidir cuál es mejor, o mejor dicho, cuál tiene mayor exceso. En España yo no conozco nada semejante.
Seguir la planificación se ha hecho complicado porque he parado en varios sitios más según veía este tipo de recintos al pasar por los pueblos. No eran paradas planificadas, por lo que hay fotos que no sé dónde se han hecho (hay que añadir papel y lápiz), pero no he podido dejar pasar la ocasión de hacerles una foto en mi camino. Aunque estaba planificada la visita a los recintos más conocidos, no es lo mismo verlo y leer en internet sobre este tipo de construcción que verlo en vivo y en directo. Ha sido toda una sorpresa para mí.
Volviendo a la etapa, toca pasar por Locronan un pueblo también muy bonito y muy turístico, tanto que, como es normal estaba lleno de tiendas de recuerdos y de productos típicos de la zona, baratos cómo podéis imaginar. Aquí he oído hablar español a varios turistas. El turisteo es inevitable y obviamente se basa en elementos arquitectónicos, naturales o de cualquier tipo con una importancia intrínseca y este pueblo los tiene.
Una vez realizada la visita, me dirijo a la punta de Van. Me sirve para desintoxicarme de tanta iglesia y tanto turismo urbanita. No es que sea espectacular, el camino tampoco, pero es mar y piedras y a mí me vale. Un paraje no urbanita, pero algo insulso. Seguro que la punta tenía mejores vistas pero no hay tiempo para investigar andando.
Tanto camino, tanta parada y se hace la hora francesa de comer. Hay un chiringuito en la Punta y me digo que es un buen sitio para pedir una Galette salada. Con huevos más exactamente. Quizás no sería muy espectacular el plato, dado el aspecto del sitio, pero me apetecía y el entorno abierto invitaba a ello. A quién no le apetecía invitarme era al destino. Todas las mesas estaban llenas y no podía estar ahí esperando a ver si se desocupaba alguna y cuándo. El tiempo y la planificación no perdonan. A montar y seguir ruta. En uno de los pueblos por los que paso, Beuzec-Cap-Sizun, encuentro un Bar-Brasería, y enfrente, esto
Como la zona no es muy pródiga en pueblos, casi que no me queda más remedio que parar. Me pido un ‘Fish & Chips’ y que sea lo que Dios quiera. Me sorprendo. El pescado, no sé cuál sería, pero se dejaba comer, incluso estaba bueno. No era a la plancha, estaba rebozado y frito (no grasiento la verdad) y acompañado de patatas fritas no congeladas. Aquí el Mcainn no hace negocio y los demás lo agradecemos la verdad.
Sigo camino hacia Quimper, pero en un pueblo denominado Confort, me encuentro esto otro
Parada ‘obligada’ porque estas cosas llaman la atención. Fotos de rigor y continúo hacia Quimper.
Quimper ya es una ciudad más que un pueblo y la altura de su Catedral, Saint Corentin, impresiona. Es alta, muy alta. La zona central donde se halla también tiene las típicas casas de antiguas. La ventaja en este caso es que no hay que andar mucho para recorrer el centro histórico.
Quimperlé es el punto final de ésta etapa. Como no es muy tarde, me acerco con la moto al centro para ver qué hay de interesante. No encuentro nada, así que paso por un supermercado para coger una botella de agua fría y llevármela a la habitación. Esta es grande y confortable. Le falta lo que a casi todas, una neverita y aire acondicionado (o al menos un ventilador como en alguno de los sitios por los que he pasado).
No me viene mal retirarme a descansar. La etapa de mañana, son más de 300 kms.