Bueno. Ya podemos decir que todo ha terminado aunque queden 615 kms. para llegar a casa. La vida en el barco es aburrida. No es un crucero, y el único divertimento está en el bar y no es cuestión de pasarse toda la mañana bebiendo aunque sea agua. Del desayuno, ya hablamos en la ida. Desayuno business-pobretón (ponen tortilla, huevos, bacon… para que se iluminen tus ojos y se apaguen cuando te dicen que son 5€, que eso no entra. En fin habrá que contentarse con
Desayuno business
Paseos por el barco, camarote, más paseos. Hacemos tiempo hasta que llega la hora de comer. Pasta y carne. Seguimos en la media, aceptable tirando hacia abajo. Volvemos al camarote y antes que en la ida nos avisan que debemos dejar el camarote libre. A las 16:30 nos bajamos vestidos y con el equipaje al bar para luego salir ¡a las 19:00!. Resignación. Por fin, nos dan vía libre para bajar a recoger las motos. Nos las encontramos llenas de sal. Ciertamente, el barco se ha movido algo más que en la ida, pero no imaginábamos que las motos se hubieran empapado de agua de mar que al evaporarse con el sol del mediodía, las ha dejado con una hermosa capa de sal.
Cogemos la moto y salimos buscando la autovía A2 para en Fraga pasarnos a la autopista de peaje. A partir de aquí, un viaje sin pena ni gloria. Bueno, realmente con más pena que gloria, porque la cena se ha visto reducida a dos sándwich de gasolinera. Pensamos en llegar a casa y en la comida de mañana. Además, tampoco vemos muchas alternativas.
Como digo, carretera y manta y yo llego a casa sobre la 1:45 de la mañana. Fin del viaje. Cansado, satisfecho y pensando ya donde iré el año que viene.