Al igual que en el 2014, comentare lo que me venga a la cabeza, lo me ha aportado este viaje.
Primera diferencia, el viaje a los Alpes franceses fue en solitario y cuando terminé dije que no volvería a hacer otro viaje en solitario. Debo reconocer que ya cuando se acercaba el segundo viaje y antes de saber que Alberto me acompañaría, ya le daba vueltas a viajar solo de nuevo. Reconozco que es difícil pasar las tardes fuera de ruta solo, pero también debo decir ahora que me atraía más la idea de hacer el viaje que dejarlo por ir sólo. Pienso que al final hubiera hecho el viaje solo a pesar de todo.
Viajar en pareja exige definir conceptos, la idea del viaje, porqué, para qué y como se hace. Esto es algo que no hemos hecho y que ha causado ciertos desajustes. Por ejemplo, yo prefería hacer paradas cuando fuera e ir disfrutando del paisaje y no ejercer de motero. Algo que ya comenté en mi anterior viaje. Mi compañero, siempre llegaba el primero a la cima y siempre llegaba el primero a la base del puerto. Tampoco es importante, pero los viajes en pareja son para hacerlos en pareja. Siendo consecuente, mis quejas pueden ser loas suyas, por ello, no digo que yo tenga razón, sino que es mejor acordar el tipo de viaje. Para que quede constancia, si me esperan -lógico y normal-, esto no es importante.
Segunda diferencia, en el primer viaje, hubo turismo que no era montaña y hubo ciudades turísticas importantes. En éste viaje, prácticamente… únicamente, hemos tenido montaña. Por las fotos, veréis que sólo se ven montañas. Debo reconocer que he terminado empachado. Cierto es que son todas diferentes, paisajes diferentes, caminos diferentes… pero a la postre, no dejan de ser montañas. Me ha faltado algo más urbanita y cultural, porque además, las ciudades austríacas me han parecido cuando pasábamos por ellas muy bonitas y no me hubiera importado nada parar y dar un paseo andando por alguna de ellas.
Luego hay algún que otro tema que habría que planificar también, como buscar sitios donde se pueda realizar un turismo gastronómico razonable. Casi todos las comidas/cenas han sido de nivel medio/bajo. Aconsejo diseñar alguna ruta gastronómica para mejorar el nivel medio de las comidas.
Peajes. Los hay inevitables, como el del Grosclockner. Otros, sólo si vas con prisas. En Austria son más comprensivos con el turismo, tienes acceso a las autopistas con una viñeta que dura 10 días (eso me dijeron, pensaba que eran 8) y que costaba apenas 5€. En Suiza, duran todo el año (¿para qué?) y vale 40€. Una pasada. Sólo merece la pena si vas a moverte mucho por Suiza. Si haces itinerarios de pasada, no te merece la pena.
Conducción. Los italianos son los peores con diferencia, aunque alguno que otro no italiano me he encontrado que se merecía más que un tirón de orejas. Si que es cierto, que los mejores son los franceses (comparando con mi anterior viaje), casi te obligan a pasar. Prácticamente todos se apartan al verte.